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Programa de Arqueología Pública
¿“Restos arqueológicos” o “ancestros”?
El tratamiento científico de los restos humanos indígenas
Por Mariela Zabala y Mariana Fabra | Programa de Arqueología PúblicaCompartir en
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¿“Restos arqueológicos” o “ancestros”?
El tratamiento científico de los restos humanos indígenas
Por Mariela Zabala y Mariana Fabra | Programa de Arqueología Pública
Lo que las autoras también denominan como “restos sensibles” son restos humanos de interés arqueológico, considerados “ancestros” para las comunidades indígenas. Aún en el debate de cómo nominarlos, el tratamiento que han recibido ha ido cambiando a lo largo de los años. Las transformaciones fueron impulsadas por los procesos de reemergencia indígena y los cuestionamientos al sistema científico, lo que derivó en nuevas regulaciones legales, así como también en la revisión de las prácticas antropológicas y museológicas.
Con propósitos científicos, desde fines del siglo XIX, los restos humanos han sido tratados como “objetos” e incluidos dentro de categorías arqueológicas, museológicas y patrimoniales. Los restos humanos que se encuentran en contextos arqueológicos proveen información de la historia biológica y de los distintos modos de vida que tuvieron las poblaciones a lo largo de miles de años. En Córdoba, por ejemplo, la arqueología ha ofrecido evidencia de materiales que, hasta el momento, han sido fechados con una antigüedad de 5000 años antes del presente y hasta tiempos de contacto hispano indígena.
De esta manera, fueron patrimonializados por el Estado y valorizados por museos e instituciones públicas como “bienes culturales”. Sobre ellos se aplicaron (y se aplican) diversas políticas de gestión, documentación, conservación e investigación. Sin embargo, esa perspectiva científica ha entrado en tensión y conflicto con otras que ponen en juego consideraciones éticas frente a lo humano, especialmente a partir de las demandas que hacen los pueblos indígenas sobre sus antepasados.
En Córdoba y en el país, desde fines de la década de los 90 se fueron dando cambios en pos de reconocer la humanidad de los restos mortales, para considerarlos ya no únicamente como materiales arqueológicos sino como restos humanos indígenas, considerados ancestros para las comunidades.
Estos cambios pueden verse plasmados en:
→ La sanción de leyes y regulaciones a nivel nacional y provincial
En el año 2001 se sancionó la Ley Nacional N° 25.517 de Restitución de Restos Mortales de Aborígenes, reglamentada en el año 2010 con el decreto 701.La norma establece que los restos mortales que forman parte de las colecciones de distintos museos, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que los reclamen. El decreto, por su parte, establece que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) es su autoridad de aplicación y delimita un conjunto de acciones para hacer efectivas las restituciones, considerando cada caso. La provincia de Córdoba adhirió a esta regulación nacional en el año 2015, mediante la Ley N° 10.317, con la expresa excepción de su artículo 3º y de todos aquellos que resulten contradictorios o incompatibles con la legislación provincial vigente en la materia. Por ejemplo, en Córdoba se considera en el caso de que se realice una restitución o reinhumación de un conjunto de restos humanos incorporar, en el caso de que hubiera, el ajuar funerario.
Las regulaciones también determinan que para cualquier iniciativa que esté vinculada a este tipo de material -exhumación, traslado y estudio-, se debe poner en conocimiento y contar con el aval o consentimiento libre, previo e informado de las comunidades indígenas, principalmente aquellas directamente implicadas.
Otro hecho de relevancia es la Declaratoria de Río Cuarto, realizada en el año 2005 en el marco del Primer Foro entre Arqueólogos y Pueblos Originarios. Allí queda asentado, entre otras cuestiones, el compromiso expreso de sensibilizar al público explicando las razones que fundamentan la decisión de no exhibir restos humanos para respetar su sacralidad ancestral y la de los sitios indígenas, así como adecuar las técnicas y procedimientos arqueológicos para hacerlas compatibles con ese respeto. También contempla aspectos como colaborar mutuamente para lograr la restitución; promover los mecanismos pertinentes en los procesos de consulta; valorar responsablemente las consecuencias sociales y políticas de la investigación arqueológica en relación a los derechos de las comunidades indígenas; contar con el acuerdo previo de las comunidades indígenas para la realización de investigaciones arqueológicas; y hacer entrega de copias de informes y trabajos resultantes a las comunidades.
→ Nuevas prácticas y modelos de gestión en los museos
Los museos son instituciones que fueron especialmente cuestionadas por los nuevos paradigmas en relación a la cuestión indígena. El código de ética profesional del Consejo Internacional de Museos (ICOM) reconoce -desde el año 2004- a los restos humanos y objetos sagrados como “materiales sensibles”, por lo cual merecen un trato cuidadoso y respetuoso.
En el Museo de Antropologías se fue dando un proceso de cambio en el tratamiento de los materiales arqueológicos, etnográficos, documentales y en los restos humanos en particular. La modificación de la denominación de “Depósito” a “Reserva Patrimonial” y la creación del Archivo del Museo fueron parte de ese proceso. Por otro lado, los conjuntos de restos óseos humanos existentes en la Reserva Patrimonial dejaron de ser considerados como “colecciones museológicas”. Para ello se les destinó un espacio físico exclusivo buscando el reconocimiento de un estatus diferenciado de los objetos. De esta forma se pueden generar momentos de “encuentro” y recogimiento de las personas que integran las comunidades indígenas con sus ancestros. También se desarrollan trabajos de conservación preventiva, de re-asociación de individuos antes dispersos por la aplicación criterios clasificatorios científicos (cráneo-postcráneo). Se trabaja además para incluir información bioantropológica, y para su revinculación con otros materiales recuperados en cada excavación, como libretas de campo, fotografías, fichas de ingreso e inventario al Museo y publicaciones que pudieran existir.
→ Nuevos paradigmas y prácticas científicas
A comienzos del siglo XXI, desde nuevos paradigmas en la museología y en las disciplinas antropológicas en general, y en particular en la arqueología y la bioantropología -disciplinas que se vieron interpeladas por las demandas de los pueblos indígenas- se fue revirtiendo lo que se consideraba un proceso de objetivación y deshumanización de los restos humanos. Al mismo tiempo, se modificó la relación de las y los científicos con los pueblos indígenas, pasando de considerarlos objetos de estudio a sujetos de derecho.
Esto implicó una revisión sobre el propio ejercicio profesional y sobre los modos aprendidos de nombrar y de plantear los temas y los problemas de estudio. También significó la revisión de los métodos y las técnicas de investigación, así como la implementación de los pedidos de consentimiento libre, previo e informado.
En Córdoba, se propiciaron distintos espacios de diálogo con las comunidades indígenas para generar agendas de trabajo conjunto en torno a los restos mortales. Podemos mencionar algunos de los más significativos como el V Taller de Discusión sobre Restitución de Restos Humanos de Interés Arqueológico y Bioantropológico (2015), la mesa de diálogo Museos e historias controvertidas: decir lo indecible en los museos (2017), la muestra museográfica Historias escritas en los huesos (2018) , la Jornada de restitución de restos humanos (2019) y el acompañamiento a los procesos de restitución de restos humanos expresados por la Facultad de Filosofía y Humanidades a través del Honorable Consejo Directivo (RHCD 546/22 y 704/23).
Los cambios que se vienen produciendo tienden a generar un diálogo intercultural de saberes y cosmovisiones entre las comunidades indígenas y la comunidad académica universitaria. El lenguaje también da cuenta de ello: denominar a los restos humanos como “restos humanos indígenas”, “restos arqueológicos”, “esqueletos”, “fragmentos esqueletales”, “huesos”, “colecciones”, “patrimonio”, “restos sensibles” o “ancestros” no es lo mismo y responde a una pluriversalidad epistemológica -lo que conocemos del mundo y el saber que generamos-. Al mismo tiempo da cuenta de una diversidad de identidades que se relacionan la de las comunidades indígenas, la de nuestras comunidades de pertenencia, e identitaria -nuestras comunidades de pertenencia, incluyendo la científica-.
La arqueología se hace eco de estos cambios y aborda procesos de des-objetivación tendientes a “humanizar” a estas personas. Implica entender que su materialidad, es decir lo que queda de ellas luego del paso de cientos o miles de años, no está escindido de su cualidad ancestral para los pueblos indígenas.
Programa de Arqueología Pública
El Programa de Arqueología Pública (PAP) -radicado en el Museo de Antropologías UNC y en el Instituto de Antropología de Córdoba, CONICET- incluye entre sus objetivos científicos antropológicos, promover el diálogo en torno a los modos de vida de ancestros con comunidades indígenas y locales, pasadas y contemporáneas, en un marco de interculturalidad.
Desde su creación en el año 2011, el programa planteó el trabajo con comunidades del noreste de Córdoba frente al hallazgo de restos arqueológicos, a través de la realización de tareas de rescate arqueológico, investigación y educación patrimonial. Se pretendía generar propuestas culturales para dar a conocer, conservar y difundir el patrimonio regional como soporte de la memoria e identidad. De esta manera, muchos de los trabajos bioarqueológicos incorporaron los intereses y saberes que transmitieron vecinos/as, trabajadores/as de museos y miembros de pueblos indígenas.
Asimismo, el PAP mantiene una relación institucional con el Consejo de Pueblos Indígenas de Córdoba y con diversas comunidades indígenas que no participan del Consejo y tienen otras formas de organización, por ejemplo, en la modalidad de cooperativas. Estos vínculos se materializan en conversaciones y reuniones periódicas para generar estrategias de trabajo conjuntas entre las comunidades y los espacios científicos y universitarios. Allí se discuten cuestiones vinculadas a casos de restituciones de restos humanos y de materiales que tienen lugar en el país y, en particular, a la gestión de los restos óseos humanos que alberga el Museo de Antropologías. Entre otras cuestiones, la intención es acordar protocolos de trabajo en conjunto.
El diálogo entre las instituciones científicas, académicas y estatales con las comunidades indígenas favorece la creación de nuevas historias sobre el pasado y el presente de estos pueblos, a la vez que aporta información a sus procesos de construcción identitaria.
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Edición y Comunicación: Belén Nocioni y Natalia Asselle.