Antropología de la Religión

Sara Astiazarán: la monja que encendió la lucha colectiva

Mariana Espinosa, investigadora del Instituto de Antropología de Córdoba, comparte algunas reflexiones sobre el documental Sara Astiazarán: la monja que encendió la lucha colectiva. La producción se presentó el pasado 30 de mayo en el Museo de Antropologías.  


Sara Astiazarán: la monja que encendió la lucha colectiva

Notas sobre el documental. Escribe Mariana Espinosa.

El pasado 30 de mayo se presentó en el Museo de Antropologías el documental Sara Astiazarán: la monja que encendió la lucha colectiva. El audiovisual aborda la historia de una mujer que, atravesada por su fe y compromiso social, se convirtió en una figura clave de la organización popular, especialmente vinculada a la defensa de los derechos de las trabajadoras de casas particulares.

Con la moderación de Natalia Rodríguez y Luján Farfán Ramos, del Área de Diálogo Ecuménico e Interreligioso de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), el evento puso en diálogo distintas referentes institucionales, sindicales y académicas: Flavia Dezzutto, decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC; Ana Altamirano, secretaria general del Sindicato de Personal de Casas de Familia (SinPeCaF); Leticia Medina, secretaria general de ADIUC; y Mariana Espinosa, investigadora de IDACOR - CONICET.

Al respecto, la especialista comparte algunas reflexiones desde la Antropología de la Religión, que se pueden leer a continuación.


Sara Astiazarán: la monja que encendió la lucha colectiva.
Notas sobre el documental. Escribe Mariana Espinosa.

¿Quién fue Sarita Astiazarán (1917-2008)? ¿De qué modo su historia nos informa sobre el pasado y el presente de Córdoba? ¿Cómo su singularidad puede decirnos algo o mucho sobre la espiritualidad y la militancia política en general? ¿Se trata de la trayectoria de una religiosa política o de una sindicalista consagrada? ¿Cómo una monja se convierte en la fundadora del primer sindicato de trabajadoras de casas particulares?

La gesta documental que Católicas por el Derecho a Decidir llevó adelante junto con el Sindicado de Personal de Casas de Familia (Sin.Pe.Caf), responde por sí mismo a estos interrogantes, sin especulaciones teóricas, sin retóricas políticas. Con objetos memorísticos albergados con amor en la calle 9 de julio de la ciudad de Córdoba y mate cebado a pava, a lo largo de 41 minutos, transcurre una conversación entre mujeres militantes de diferentes generaciones. Está claro que es una conversación entre mujeres luchadoras y de puertas de abiertas: ¿cómo evitar la piel de gallina? También aparecen otros personajes y hay escucha, preguntas, recuerdos, fotografías, canciones, videos de un congreso ignoto en un pueblo de frontera llamado Tartagal, tierra fértil para la expansiva ola arrolladora que provocaba Sarita.

Originaria de Corrientes, Sara perteneció a la orden de las carmelitas, migró a Córdoba, vivió en Bella Vista y fue amiga del Obispo Angelelli. En algún momento dejó los hábitos y fue una pieza clave para el desenlace del Cordobazo y para la dignificación del trabajo doméstico. El documental de Sarita ilumina una parte de la historia reciente sobre la cual aún resta acumular conocimiento y sobre todo integrarlo a los debates historiográficos del periodo y a las políticas de memoria. Me refiero al rol de las organizaciones y agentes religiosos, en particular, el papel de las mujeres de fe o, dicho de otro modo, sus despliegues en el engranaje de procesos que encontraron sus resortes en la Córdoba de los años 60 y 70. Si hasta no hace mucho tiempo el sociólogo Gustavo Morello nos llevó a mirar la religión y la fe como factores integrados en la acción política del periodo, el documental de CDD nos invita a mirar en la singularidad de género y la espiritualidad como factores integrados y decisivos para el corpus documental y memorístico de la provincia.

Este ejercicio también permite desandar estereotipos sobre las identificaciones religiosas, políticas y de género, e interpelar las actuales miradas hegemónicas sobre los roles de lo religioso en el espacio público. En el último cuarto del siglo XX, el acertado cuestionamiento a las teorías de la secularización, en el sentido de desaparición y confinamiento de las religiones a la esfera privada, dinamizó los estudios sociales de las religiones en la región. Echó luz  sobre las diversas maneras en que éstas expresaban y expresan culturalmente sus creencias, el modo de organización social de su fe y las interacciones con la sociedad.

En este sentido, los resultados de decenas de investigaciones nos invitan a preguntarnos, por ejemplo, no si Francisco fue o no un Papa peronista, sino el modo como el peronismo se compuso de distintos elementos. Entre ellos, el de la llamada Doctrina Social de la Iglesia, donde a principios del siglo XX la justicia social se integró al dogma a modo de conjurar los perjuicios del liberalismo económico y el fantasma del comunismo. Claro que Sarita vivió en tiempo real la ebullición de ideas-praxis que promediaban el siglo, tales como el indoamericanismo, al marxismo latinoamericano, al peronismo de izquierda y las teologías de la liberación y del pueblo, fuentes para accionar frente a las injusticias y la opresión. Pero más allá de los efectos de estas corrientes, no cabe dudas de que el lenguaje  presente en esos años fue el del sindicalismo; se trataba de la forma de asociación por excelencia que conducía el cambio. Sarita opta por los pobres, y para ello esgrime ese lenguaje, el del sindicalismo, pero lo habla a su modo y lo convierte en vector de fe o transformación, que para ella es lo mismo.

No es menos revelador que haya dedicado su vida al Sindicado de Personal de Casas de Familia, el órgano que nuclea a las personas que se dedican a las tareas del cuidado de otros hogares y que son casi exclusivamente mujeres. En la historia de los cristianismos, fueron las mujeres las que cumplieron el rol de cuidar a los otros, a los más cercanos y los de la propia comunidad: curaban a los enfermos, alfabetizaban, cocinaban, maternaban y se encargaban de todas las tareas de higiene en las misiones, congregaciones, orfanatos, hospitales, escuelas, etc. Las memorias y testimonios de católicas y evangélicas, no hace mucho empezaron a revelarse frente a las historiografías religiosas androcéntricas.  También ante los discursos académicos que, por descuido y prejuicio machista, colaboraron a la obliteración de aquellas mujeres de fe, tantas veces referidas anónimamente como “oblatas” en el catolicismo o “esposas de” en el protestantismo. Sarita recoge este hilo de memoria y decide tejer otra historia “con manos trabajadoras” –como resuena de su voz con firmeza-.

“Consagrada al sindicato”, se escucha de Sarita y vale preguntarse si esta declaración es acaso una metáfora de una ex religiosa o la única verdad de la realidad –parafraseando la célebre glosa aristotélica de Perón-. Es ostensible que el Sin.Pe.Caf no es cualquier sindicato. Allí hay mujeres que se juntan, toman mate, se hacen amigas, se cuentan sus problemas, que son los mismos, “comienzan a amarse”, dice Sarita. La formación (política) transcurría entre reuniones sociales, en peregrinaciones y asambleas. El sindicato se construyó con pobreza, desinterés y heroísmo. Las mujeres despiertan su dignidad, se construyen como “persona” con derechos (parafraseo a nuestra protagonista). La casa de la calle 9 de julio aparece como un espacio de communitas, de liminaridad, donde se pasa de “doméstica” a “trabajadora”, una transformación ontológica. Es el paso de una estructura de servilismo a una de derechos sociales que se construyen con el Estado, se le reclama al Estado y va más allá del Estado. Hablamos, entonces, de la dignidad humana.

Ya no importa si estamos ante la trayectoria de una religiosa política o la de una sindicalista consagrada. Lo importante es adherirse al testimonio que revela el documental, dejarse aprehender por una mujer creyente y militante que juega en los márgenes, subvierte las estructuras de poder, sean eclesiales o seculares, y levanta las fronteras que definen nuevos derechos sociales. Horizontes de vida para vidas diversas, en sociedad y en democracia.


→ Mirá un adelanto del corto documental en el canal de youtube de Católicas Argentina.