Historias de jóvenes de sectores populares

De ladrones a narcos

El 1 de diciembre de 2022 se presentó en el Museo de Antropologías el libro “De ladrones a narcos. Violencias, delitos y búsqueda de reconocimientos”, de Eugenia Cozzi. El libro analiza las transformaciones sucedidas en el ambiente del delito, desde mediados de los años noventa hasta la primera década de los años dos mil, en Rosario.


En “De ladrones a narcos. Violencias, delitos y búsqueda de reconocimientos”, Cozzi analiza los cambios sucedidos en lo que los propios actores llaman “ambiente del delito”, que bien podría pensarse como un mundo: el mundo del delito popular en la ciudad de Rosario, desde mediados de los años noventa hasta la primera década de los años dos mil.

La autora reconstruye historias de jóvenes de sectores populares, pertenecientes a tres generaciones, y sus experiencias ligadas a muertes, robos y el mercado de drogas ilegalizadas. Al mismo tiempo, con la intención de analizar una de las múltiples dimensiones que condicionan la configuración de ese espacio social y moldean las experiencias de las personas que participan en él, Cozzi indaga sobre prácticas y valoraciones de policías, gendarmes y periodistas de policiales.

“A inicios del año 2012, el ‘narcotráfico’ como problema comenzó a instalarse como uno de los temas centrales en las agendas públicas y mediáticas en Rosario; y se constituía en una categoría que intentaba ser auto-explicativa de una variedad de fenómenos”, comentó la autora.

Cozzi señaló que la consolidación de esa imagen de la ciudad y la instalación del ‘narcotráfico’ en esa clave fueron, en gran medida, resultado de la confluencia de diversos factores y del hacer de variados actores sociales. “Aunque tal vez uno de los principales desencadenantes haya sido el significativo aumento que se dio en la tasa de homicidios registrados a partir del año 2012, duplicando en muy poco tiempo su tasa histórica y llegando a su récord en el año 2013”

La autora explica que los muertos y los agresores eran en su gran mayoría jóvenes varones de sectores populares. “Esas muertes fueron clasificadas, caracterizadas y de algún modo explicadas, en los medios locales de comunicación, por policías, funcionarios políticos y judiciales y organizaciones sociales y políticas como ‘ajuste de cuentas’ del ‘narcotráfico’”.

“Se fue consolidando así una imagen de Rosario como ‘ciudad narco’. Es en este contexto y bajo este clima de época que desarrollé gran parte del trabajo de campo y en el que, además, fui construyendo muchas de las preguntas, asuntos y cuestiones que abordo. En el libro problematizo esas imágenes y para ello no sólo tuve que atravesar el espejo de la construcción de la imagen de la prensa; sino que además tuve que encontrarle una lógica y una racionalidad a lo que estaba ocurriendo que no es la que muchas veces encuentran confortables las narraciones de los periodistas”.

La investigación se convirtió en la tesis doctoral de Cozzi y luego, en libro. “Y como todo libro no se escribió en el vacío, sino con otres, en el marco de equipos investigación y programas, en espacios de trabajo garantizados por políticas públicas, en contextos políticos y coyunturas particulares que colocan urgencias, temas y problemas”, dijo la autora.

 

La presentación

Durante la presentación del libro, acompañaron a la autora: Natalia Bermúdez, investigadora del Instituto de Antropología de Córdoba, CONICET- Museo de Antropologías, UNC y profesora de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC; Gonzalo Assusa, investigador IDH, CONICET-UNC y profesor de la Facultad de Artes y Facultad de Ciencias Sociales, UNC; y Valeria Plaza Schaefer, investigadora CIECS, CONICET y profesora de la Facultad de Ciencias Sociales, UNC.

Al comenzar, Bermúdez felicitó a la autora porque a partir de sus actividades de investigación de largo aliento, de intervención y docencia, consigue etnografiar cómo funcionan esos mundos y sus categorías para sus interlocutores. “Destaco también el cuidado que tuvo Eugenia para dar cuenta de los procesos sociales que describe buscando no imponer una visión académica y política sin más. En particular, celebro el uso del lenguaje no binarie, pero respetando las autodenominaciones masculinizantes de los jóvenes que entrevista”, señaló.

Bermúdez comentó que el libro consigue desnaturalizar varios sentidos comunes, incluso académicos, en relación a los códigos de las nuevas generaciones, respecto de la cultura del trabajo y a la enorme complejidad de la vida social y de las prácticas de agencia de les jóvenes de sectores populares.

“Me preguntaba por el potencial explicativo de las historias de vida, principal recurso metodológico del escrito. Creo que el gran logro del libro reside en contextualizarlas lo suficiente para entender las condiciones estructurales de esos relatos”, añadió.

A su turno, Assusa, hizo referencia a los debates en teorías de la acción instrumentales vs. normativas: “¿Actuamos interesada y calculadoramente? ¿O lo hacemos porque creemos en el valor que representan las acciones y deseamos cumplir con las normas sociales, aunque esas normas no sean las mismas para todos y todas? Esta competencia de explicaciones y relatos se da en el escenario del libro de Euge. A veces el acento de los relatos está centrado en la racionalidad de las acciones. Por ejemplo, en la primera generación, ‘el Gringo’ hace alarde de no haber tenido que matar a nadie, y se construye como un actor plenamente racional. No es menor, es una de las fundamentales acusaciones contra los pobres desde la óptica de la cultura de la pobreza: que los pobres no pueden planificar, no pueden pensar, no tienen racionalidad”.

El investigador agregó que la categoría de “ambiente” también es central para el libro en el análisis de una especie de microcosmos: “Un espacio social hiper reglado, una densa trama social y criterios de legitimidad diferenciados del mundo convencional”.

“Otro aporte fundamental del libro es el metodológico: mucha claridad en que siempre el contar es un hacer, los relatos son prácticas discursivas, y que a través del relato se construye diferencia, y a veces desigualdad. Euge está presente en cada uno de los diálogos. Nunca se borra ni se oculta. Es el público que muchas veces los pibes necesitan para construir su propia imagen, para diferenciarse, bardear, denigrar, minar simbólicamente a otros”, señaló Assusa.

A continuación, tomó la palabra Valeria Plaza Schaefer y comentó que el libro muestra las dinámicas macroeconómicas desde las perspectiva cotidiana de los actores, como un “mosaico de interpretaciones”, sin romantizar ni estereotipar. “Aparecen las nociones de ‘ambiente’, ‘cartel’, ‘bronca’, ‘mala fama’, ‘tiratiros’, ‘junta’, ‘andar en la calle’; y aparecen situadas en los contextos en que se usan, excelentemente recogidas por la autora, relacionándolas con la bibliografía contemporánea, comparando y construyendo nuevos y necesarios abordajes”.

Plaza Schaefer señaló también que el trabajo se presenta como necesario en un contexto de “equivocaciones teóricas, metodológicas, analíticas y políticas”: no sólo en la referencia mediática y del sentido común del “mundo narco” sino también en los lugares comunes de la academia y en el análisis de la relación jóvenes-policía-delito.

En consonancia con esto, Cozzi concluyó: “Me interesa resaltar la implicancia de formas de producción de conocimiento significativos para el debate público, colaborando en la construcción de algún tipo de incidencia en la arena pública. Para ello se trata de producir conocimiento y hacerlo en un lenguaje que, sin perder densidad analítica, nos sitúe como interlocutores válides y al mismo tiempo resulte comprensible y permita convencer –y conmover– a les responsables de elaborar las políticas”.

 

Área Comunicación – Museo de Antropologías